Por Dra. Natalia Jiménez, dermatóloga en Hospital Universitario Ramón y Cajal.
Autora de canal: www.nataliajimenezdermatologa.com
La piel es un órgano vivo y, como tal, sufre diversas modificaciones asociadas al paso del tiempo y al cambio de estación. La función barrera de la piel es una de sus acciones más importantes, por lo tanto, debemos mantenerla sana empleando una rutina de cuidado diaria adaptada a nuestras necesidades.
Con la llegada del otoño, es habitual que en la consulta los dermatólogos nos encontremos con pacientes que quieren, por un lado, atenuar los daños que la exposición del sol ha tenido en la piel y, por otro, preparar la piel para el cambio de estación, adecuando su rutina de cuidados diarios al cambio climatológico. Además, es frecuente que algunas enfermedades de la piel que mejoran en verano, tengan un empeoramiento con la llegada de la nueva estación.
A continuación se detallan algunos de los motivos de consulta más frecuentes a los que nos enfrentamos en esta época:
Acné
Se trata de una afección de la piel que es muy habitual en la adolescencia pero que cada vez diagnosticamos con más frecuencia en la edad adulta, especialmente en la mujer. Típicamente, el acné suele mejorar en verano con la exposición solar y tiende a empeorar con la llegada del otoño.
Sabemos que en su aparición intervienen factores hormonales (andrógenos), bacterias (Propionibacterium acnes), un exceso en la producción de sebo en la glándula sebácea y una tendencia a la oclusión del poro (llamada “queratinización folicular”). Su diagnóstico es sencillo y consiste en la presencia de “granos” en zonas con mayor secreción grasa: frente, mejillas, nariz, mentón, escote y espalda.
En función de su extensión y gravedad, los dermatólogos establecemos el tratamiento necesario: en ocasiones se recomendarán medicamentos locales y en otras será necesario recurrir a tratamientos orales. La terapéutica ha avanzado mucho y, en la actualidad, además podemos ofrecer muchos tratamientos a los pacientes, incluyendo opciones más novedosas como es el caso del láser.
Independientemente del tratamiento médico elegido, siempre hay una serie de cuidados faciales domiciliarios que vamos a recomendar a pacientes con acné o con tendencia al mismo. Esto es de especial importancia en la actualidad, ya que debido a la pandemia por el nuevo coronavirus SARS -COV2 y al uso obligatorio de mascarilla, se están viendo muchos casos de acné asociados a la misma (también conocidos como “maskne”). Dentro de esos cuidados faciales domiciliarios, no puede faltar la limpieza facial dos veces al día, el empleo de cremas hidratantes de tipo oil-free y la protección solar de amplio espectro con SPF 50+ de textura ligera.
El empleo de maquillaje no está prohibido en pacientes con acné, aunque deberán utilizar productos que en su etiquetado aparezcan referenciados como “no comedogénicos” y es obligatorio que todos sus restos se eliminen de una manera completa en la limpieza facial realizada antes de dormir.
Dermatitis atópica
Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que suele debutar en la infancia y que se caracteriza por la presencia de placas rojas en la piel, con escamas superficiales y que asocian un picor intenso. En muchos casos, los pacientes pediátricos con dermatitis atópica no presentarán la enfermedad cuando sean adultos, aunque hay un cierto porcentaje en los que se mantiene también en esta edad. El verano es una época en la que los pacientes con dermatitis atópica suelen estar bien controlados. De hecho, uno de los tratamientos médicos que ofrecemos a estos pacientes es el uso de fototerapia (exposición a radiación ultravioleta de manera controlada) a nivel hospitalario. La llegada de las bajas temperaturas se asocia también a un empeoramiento de la enfermedad.
El tratamiento médico que iniciemos en cada paciente dependerá de la extensión de las lesiones. Al igual que en el caso del acné, hay una serie de cuidados básicos que no debemos olvidar.
Es necesario emplear un gel de ducha específico para piel atópica. Los de mejor tolerancia son aquellos que tienen la denominación “syndet”, ya que van a ser más respetuosos con la piel atópica, evitarán que ésta se deshidrate y propiciarán que se mantenga la función barrera. Además, es indispensable aplicar crema hidratante al menos dos veces al día. Las pieles atópicas se van a beneficiar de aquellos productos hidrantes que cuenten con ingredientes como las ceramidas, la glicerina, el ácido hialurónico o la urea en su composición.
Eczema irritativo en manos
El eczema de manos es uno de los motivos de consulta más frecuente en los últimos meses. Aunque ya lo veíamos en años anteriores, la situación de pandemia actual y las recomendaciones relativas al lavado de manos y al empleo de gel hidroalcohólico como mecanismos para evitar la transmisión de la infección por SARS-COV 2 han motivado que la frecuencia con la que lo diagnosticamos a día de hoy sea mucho mayor. El diagnóstico es sencillo: observamos la presencia de enrojecimiento y una sequedad extrema en manos, asociados a sensación de picor y tirantez.
Una vez establecido, es frecuente que el médico recomiende tratamiento con una crema de corticoides para bajar la inflamación.
Para prevenir su aparición, recomendamos emplear jabones de manos de pH neutro, no agresivos y asociarlos a cremas hidratantes posteriormente. El uso de gel hidroalcohólico recomendamos que se reserve para aquellos momentos en los que no es posible realizar un lavado de manos con agua y jabón (por ejemplo, cuando estamos fuera del domicilio).
Manchas
Aunque empleemos protección solar durante el verano, el hecho de estar al aire libre durante más horas, asociado a un mayor índice ultravioleta en esa época del año, hace que sea habitual observar un incremento de las manchas al finalizar esa estación.
Antes de plantear un tratamiento, es importante contar con un diagnóstico por parte del dermatólogo, ya que no todas las manchas se tratan de la misma manera.
Las más habituales son los léntigos solares y el melasma. Los primeros son debidos a una exposición solar crónica. En cambio, en el melasma, además de la exposición solar los factores hormonales tienen un papel crucial.
Con la llegada del otoño, muchos pacientes desean eliminar sus manchas. Para ello, hay muchas opciones disponibles: despigmentantes tópicos, láseres, peelings químicos… No obstante, hay un elemento en nuestra rutina de cuidado facial que no debemos olvidar: el protector solar. Su empleo en verano está muy extendido, pero es necesario recomendarlo durante todo el año. Los protectores solares de amplio espectro son útiles para protegernos de la radiación ultravioleta B y A, que está también presente durante el otoño y el invierno. Sabemos que el protector solar es un paso fundamental si queremos prevenir el envejecimiento, así como la aparición del cáncer de piel.
Piel apagada y deshidratada
Es habitual que, tras finalizar el verano, la piel se muestre apagada y deshidratada como consecuencia de la exposición mantenida al sol durante esos meses. El otoño es un buen momento para retomar nuestras rutinas de cuidado facial y corporal y aportar el extra de hidratación que nuestra piel necesita con el cambio de estación.
Para la cara, además de incorporar un protector solar de amplio espectro diario, solemos recomendar productos tópicos con principios activos como la vitamina C, el ácido retinóico o el ácido hialurónico. A nivel corporal, será muy importante emplear jabones con pH neutro que no sequen nuestra piel y cremas corporales con alto poder hidratante.