Por Dra. Lorea Bagazgoitia, dermatóloga, doctora Cum Laude en Medicina y autora del libro Lo que dice la ciencia sobre el cuidado de la piel.
El envejecimiento cutáneo está condicionado tanto por factores internos como externos. La intuición nos dice que las arrugas y la flaccidez aparecen fruto de los años. Esto en parte es cierto, pero solo en parte. La mayor proporción del envejecimiento de la piel, un 80%, es debido a factores diferentes a la edad que inciden sobre ella.
Al conjunto de estos factores los llamamos exposoma, un término de moda actualmente.
¿Qué es el exposoma?
El exposoma engloba los siguientes factores: el sol, la contaminación, la falta de sueño, el estrés, el calor, la alimentación y el tabaco. Todos ellos se consideran factores modificables que pueden contribuir a una mayor o menor velocidad de envejecimiento cutáneo. En nuestra mano está evitarlos o moderarlos en la medida de lo posible.
En este artículo hablaremos de los factores que inciden en la piel desde fuera: la radiación solar y la contaminación.
¿Cómo actúa el sol sobre la piel?
El sol incide sobre nuestra piel a lo largo de la vida. Cada rayo, cada bronceado, cada quemadura va marcando el aspecto que tendrá esta años después.
ULTRAVIOLETA, PASO PREVIO AL MELANOMA
El efecto más importante es el de los rayos UVB y UVA sobre el DNA, que se muta. Las mutaciones acumuladas pueden llevar tras el tiempo al desarrollo de un cáncer de piel. De ahí la enorme importancia de usar protección solar como prevención del cáncer de piel, especialmente el melanoma, que puede ser mortal.
Los rayos UVA, además de su efecto indirecto sobre el ADN, tienen una repercusión importantísima en el envejecimiento cutáneo. Penetran de forma importante en la dermis y allí, a través de la generación de estrés oxidativo producen un daño progresivo del colágeno. Esto es debido a la activación de unas enzimas llamadas metaloproteinasas, que lo fragmentan.
Si el colágeno se daña, la dermis pierde fuerza y vigor, y así la epidermis que está encima se arruga.
LUZ VISIBLE Y SUS EFECTOS EN LA PIEL
Los rayos UV son los más conocidos en su efecto sobre la piel, pero el sol emite por supuesto también luz visible. En los últimos años, diversas investigaciones han mostrado que esta luz puede influir en el aspecto de nuestra piel. De toda ella, la más relevante, porque es la que más profundo penetra, es la luz azul.
Cuando alcanza la dermis en profundidad, la luz visible puede provocar efectos similares a los mencionados sobre UVA. Tiene capacidad de activar las metaloproteinasas, facilitando la formación de arrugas. Curiosamente, ni la luz roja ni la verde parecen tener este efecto.
Sabemos que la luz azul es capaz de reducir el número de acuaporinas en la epidermis. Esto provoca una disminución en su capacidad de retener agua, lo que origina una mayor sequedad de la piel.
Por otro lado, en las pieles más oscuras (de fototipo III en adelante), la luz azul es capaz de inducir manchas, a través de una molécula llamada opsina. Parece que estas manchas tienen peor pronóstico que las originadas por los UV.
Es importante destacar que nuestra exposición diaria a luz azul no se encuentra solo en el sol, sino también en las luces de interior, así como las pantallas de los aparatos tecnológicos que usamos de forma habitual (Tablet, móvil, ordenador).
INFRARROJOS Y ENVEJECIMIENTO PREMATURO DE LA PIEL
La radiación infrarroja, aquella que genera el calor proveniente del sol, por su parte, parece que también puede inducir estrés oxidativo en la dermis. Esto igualmente contribuiría al fotoenvejecimiento. Además, se ha visto que podría influir en la inducción de cáncer de piel.
¿Cómo actúa la contaminación sobre la piel?
Hay claras evidencias de la repercusión de la contaminación ambiental sobre nuestra salud. Las más significativas se manifiestan a nivel respiratorio y cardiovascular; pudiendo así, influir en nuestra esperanza de vida.
PARTÍCULAS EN SUSPENSIÓN
Las partículas en suspensión de la polución inducen la formación de arrugas así como manchas. Se piensa que esto es debido al aumento del estrés oxidativo que estas partículas generan en nuestra piel, de una forma similar a lo que hacen los UVA o los infrarrojos.
OZONO
Además, sabemos que el ozono de la atmósfera ayuda a bloquear la radiación no deseable del sol (UVC y gran parte de UVB); sin embargo, cuando está presente en la troposfera (debido a la contaminación) causa oxidación de ciertos componentes de nuestra piel; haciendo que los mecanismos antioxidantes, como la vitamina E o la vitamina C disminuyan.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Es recomendable utilizar diariamente un fotoprotector 50+, que bloquee más del 98% de los rayos UVB. Esto nos ayudará a prevenir el cáncer de piel. El producto debe incluir también protección frente a UVA para contrarrestar el paso de estos rayos a nuestra dermis y evitar el daño del colágeno.
La protección frente a luz visible es fundamental para una prevención “extra” del envejemiento de la piel. Se sabe que los productos con algo de color bloquean más efectivamente la luz visible.
Además de los propios filtros cuyo fin es bloquear el paso de las radiaciones, son de excelente ayuda los elementos antioxidantes. La luz visible (incluida la azul) y la contaminación realizan su efecto a través de radicales libres. En este sentido Radicare®-Gold (presente en Ladival® Urban Fluid) ha demostrado su capacidad de contrarrestar el estrés oxidativo en la piel.
Sabiendo que los principales daños causados por el sol, la luz azul y la contaminación en la piel son fruto del estrés oxidativo y que Radicare®-Gold tiene la capacidad de neutralizar todos estos, Ladival® Urban Fluid es un producto adecuado para prevenir el envejecimiento cutáneo.