La piel de los niños tiene mayor sensibilidad al sol que la de los adultos, es más fina, tiene menor función de barrera y se deshidrata con más facilidad. Eso hará que puedan sufrir quemaduras solares en menos tiempo que un adulto. Además, hay que tener en cuenta que los niños pasan mucho tiempo al aire libre, ya sea jugando o haciendo deporte, y es fundamental proteger su pie,l no solamente cuando vamos a la playa, sino siempre que vayan a estar expuestos al sol.